domingo, 23 de septiembre de 2012

Más allá de los condicionamientos



El Maestro afirmaba que el mundo que ve la mayor parte de las personas no es el mundo de la Realidad, sino un mundo creado por sus mentes. Cuando un sabio quiso contradecirle, el Maestro puso dos palos sobre el suelo formando la letra «T», y le preguntó:
«¿Qué ves ahí?»
«La letra T», respondió el otro.
«¡Lo que me suponía!», dijo el Maestro.
«No existe la letra T; no es más que un símbolo que hay en tu mente. Lo que hay ahí son dos pedazos de rama en forma de bastón».

Existe una realidad objetiva, pero observamos esa realidad a través de la lente de nuestras creencias y valores. Si eres hincha de un equipo de futbol, durante un partido tiendes a ver con mayor claridad las faltas y agresiones del equipo contrario que las de tu equipo. ¿Por qué? Porque no ves las cosas como son en realidad sino como quieres que sean.
Anthony de Mello dice lo siguiente:

El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista, no piensa; el que piensa como musulmán, no piensa... y el que piensa como católico, tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología. Tú eres un esclavo en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y pensado por una idea.

Cuando has asumido un sistema de creencias religiosas o académicas por cierto tiempo, empiezas a pensar y a ver el mundo de acuerdo al paradigma planteado por dicho sistema. En ese momento dejas de pensar por ti mismo y alguien más –un sistema de creencias o un líder religioso- piensa a través de ti, entonces has dejado de ser tú para convertirte en la extensión de otro.

La imagen mental de Dios no es Dios

Dios ¿Qué es Dios? Si preguntas a personas de diferentes religiones cada uno dará una respuesta estando muy seguro y convencido de lo que dice. Pero, ¿Han visto ellos a Dios? ¿Por qué están tan seguros de esa descripción? Ellos están seguros porque su sistema de creencias describe a Dios de esa manera. Pero Dios es mucho más que la imagen mental condicionada que tenemos de Él. Cuando alguien tiene una experiencia espiritual en la cual conoce a Dios, y luego trata de explicarla, lo hace a través de su mente y sus condicionamientos, en ese momento lo que enseña se convierte para sus seguidores en una imagen mental de Dios.

Si el líder espiritual experimentó a Dios como una luz de color azul, y luego enseña esto, entonces sus seguidores se convencerán de que Dios es azul y a partir de ese momento buscarán una experiencia espiritual que les confirme lo que ellos ya creen, y su mente estará dispuesta a ofrecerles eso que buscan: un Dios azul.

Por eso las descripciones de la divinidad limitan a las personas y evitan que ellos encuentren  a Dios tal como Es, más allá de condicionamientos y paradigmas basados en sus sistemas de creencias.

Paradigmas

¿Qué es un paradigma? Es una forma particular de ver la vida. Un paradigma es como unos lentes a través de los cuales ves el mundo. Si tus lentes son rosa, ves la vida rosa, si son oscuros, verás todo oscurecido. Si eres comunista o liberal, católico o protestante, estás interpretando al mundo a través de los lentes de tu creencia política o religiosa, entonces no estás viendo al mundo por lo que es sino por lo que tus ideas preconcebidas te dicen que es.

Actualmente, científicos y filósofos han concordado en que la ciencia no es estrictamente objetiva. Los científicos no se limitan a ver la naturaleza y describirla tal cual; ellos interpretan la naturaleza usando sus propios paradigmas científicos.

Ante la pregunta: “¿Cuál es la naturaleza del ser humano?” un físico, un químico, un biólogo, un psicólogo, un sociólogo un filósofo y un teólogo te darán respuestas muy diferentes. ¿Por qué? La respuesta es que cada uno ve al ser humano desde su propio paradigma.

Siendo sincero contigo mismo podrás darte cuenta de que no ves al mundo por lo que es. Interpretas al mundo de acuerdo a los paradigmas y condicionamientos que has asumido desde la cuna. Miras e interpretas la vida a través de tu mente, y esta a su vez, piensa la vida basada en toda la información que ha acumulado en el pasado.

La cultura, la sociedad, la familia y la religión influyen directamente sobre nuestra forma de ver e interpretar la vida. Un mismo evento puede significar cosas diferentes para las personas, dado su condicionamiento previo. Así que no somos realmente libres para ver y disfrutar la vida por lo que es. La vida se convierte en un escenario que confirma y representa lo que nuestro paradigma nos dice.

Un líder espiritual o un sistema de creencias inculcan sus propias ideas en tu mente, de tal manera que llegas a pensar que esas ideas son tuyas. No estoy diciendo con esto que no deberíamos pertenecer a una iglesia o creencia, lo que digo es que debemos ir más allá de la creencia para conocer la realidad última, que dio origen a la misma.

Un ejemplo de esto fue el sacerdote católico Anthony de Mello, él era un pastor de su iglesia, pero siempre estuvo dispuesto a buscar la verdad dentro de sí mismo. Él no tragó entero todo lo que le enseñaron en el seminario. Pero tampoco tuvo que renunciar a su iglesia ni enfrentar su jerarquía para encontrar la iluminación espiritual.

Más allá de los condicionamientos

Volviendo al tema central de este artículo ¿Hay una forma de ver la vida sin condicionamientos, libres de nuestros paradigmas? Sí la hay, este ha sido el objeto de estudio de tradiciones milenarias como el budismo Zen, sobre el cual profundizaremos más adelante en este blog. Pero más recientemente Edmund Husserl y otros filósofos trabajaron en la fenomenología, una corriente filosófica que busca llevar al hombre más allá de las fronteras de sus condicionamientos.

La fenomenología no se trata de un conocimiento en el sentido estricto de la palabra, estamos hablando más bien de un conocimiento espiritual, más ligado a la intuición que a la percepción ordinaria. Se trata de observar la “esencia” de las cosas, para ello es necesario ver al objeto por lo que realmente es, es decir, observarlo en el ahora y no como un resultado de los recuerdos o condicionamientos que hemos almacenado en nuestras mentes.

La mente almacena información sobre los objetos e inmediatamente los califica de “buenos” o “malos”, “bonitos” o “feos”, “útiles” o “inútiles”. Esta clasificación mental de las cosas nos aleja de su esencia y no nos permite aprehender del objetivo. Un ejemplo de ello es un adulto que cruza cerca de un árbol e inmediatamente empieza a sentir un malestar y repugnancia hacía el árbol. Esto sucede porque le recuerda un tipo de árboles que estaban cerca de un camino por el cual cruzó varias veces en medio de un calor abrumador y con mucha sed y hambre. Es decir, el adulto ahora no está viendo al árbol por lo que es, sino por lo que significó en el pasado. Uno de los objetos de la fenomenología es poder trascender esto. La fenomenología contempla que el mundo debe percibirse del modo en que se presenta a cada uno en el marco de su experiencia.

Este tema es fascinante, y por medio de este blog recibirás las herramientas para aprender a percibir al mundo tal como es, más allá de los condicionamientos. Aprenderás a captar la esencia de las cosas. Por el momento quisiera cerrar con otro cuento de Anthony de Mello:

El Maestro impartía su enseñanza: «El genio de un compositor se halla en las notas de su música; pero analizar las notas no sirve para revelar su genio. La grandeza del poeta se encierra en sus palabras; pero el estudio de éstas no revela su inspiración. Dios se revela en la creación; pero, por mucho que escudriñes la creación, no encontrarás a Dios, del mismo modo que no descubrirás el alma por mucho que examines el cuerpo».
Llegado el momento del diálogo, alguien preguntó:
«Entonces, ¿cómo podemos encontrar a Dios?»
«Mirando la creación, no analizándola».
«¿ y cómo hay que mirarla?»
«Si un labrador intenta buscar la belleza en una puesta de sol, lo único que descubrirá será el sol, las nubes, el cielo y el horizonte de la tierra. . . mientras no comprenda que la belleza no es una 'cosa', sino una forma especial de mirar, buscarás a Dios en vano mientras no comprendas que a Dios no se le puede ver como una 'cosa', sino que requiere una forma especial de mirar. . . semejante a la del niño, cuya visión no está  deformada por doctrinas y creencias prefabricadas».

No hay comentarios:

Publicar un comentario