Por Walter J. Velásquez
E mítico dios pan de la mitología griega |
Orígenes de la palabra demonio
La palabra demonio proviene
del vocablo griego “daímon”, que al
pasar al latín se convirtió en “daemonium”. Inicialmente se refería a:
“Ciertas divinidades menores o genios, no calificadas
moralmente ni como malas ni como buenas, con función terrenal, como las ninfas
o los sátiros, que en esta época no tenían un significado negativo sino que
eran quienes protegían al ganado; o con misión mensajera, como Eros que era el
del amor.”[1]
Demonios
Desde el punto de vista psicológico,
los demonios son representaciones simbólicas de los aspectos de nuestra psiquis
que no queremos reconocer. Es decir, aquello que nos negamos a aceptar en nosotros,
lo proyectamos en la figura de un demonio al cual podemos culpar por nuestras
acciones. De esta manera Lucifer representa el orgullo; Mammón
la codicia; Asmodeo la lujuria; Leviatán la envidia; Belcebú la glotonería; Satán la ira y Belfegor la pereza. Y aunque parezca chiste, también
hay un demonio llamado Titivillus, encargado de las faltas de ortografía.
(Este demonio en particular ha poseído a muchos de nuestros jóvenes hoy en día).
Finalidad social de los demonios
En Colombia, el tristemente
famoso asesino en serie Luis Alfredo Garavito, declaró que escuchaba
voces malignas que lo incitaban a matar. Esto puede ser síntoma de una mente
totalmente dividida en la cual su instinto sádico se personifica en una “voz diabólica”.
Desde este punto de vista, los demonios pueden tener una finalidad social que
consiste en permitirles a las personas evadir la responsabilidad por sus actos,
acusando a un ente maligno que supuestamente los impulsa hacer el mal.
Origen sexual del diablo
La típica imagen del diablo es
representada con cabeza y piernas de cabra. La razón de esto es que la cabra es
asociada con la sexualidad. Podemos remontar el origen de esta representación
del diablo en el dios griego Pan el cual era mitad cabra mitad humano, al igual
que los sátiros de la mitología griega a los cuales se asocia con el deseo
sexual. Por lo tanto, el diablo viene a ser un símbolo de los deseos sexuales
propios del ser humano los cuales han sido negados y reprimidos de una forma
toxica por la religión.
¿Para qué nos reprimen la sexualidad?
La represión de la
sexualidad ha generado que este deseo natural se deforme en el inconsciente produciendo
aberraciones que se traducen en crímenes cada vez más crecientes. La cura a
esto sería volver a aceptar el sexo como algo natural y desprovisto de la
etiqueta de “pecado”, algo de lo cual las personas pudieran gozar libremente. Pero la religión y los regímenes políticos como el socialismo en China o Rusia no
permiten esto porque saben que quien controla el sexo, controla a la sociedad.
Posesiones demoniacas
Por lo tanto, la posesión
demoniaca se da cuando, un deseo o aspecto inconsciente es negado con tanta fuerza
que se genera una ruptura en la psiquis, donde el deseo rechazado adquiere
cierta autonomía llegando a tomar el control de la mente del sujeto en lo que
parece ser una posesión.
Esquizofrenia
De hecho la palabra esquizofrenia
proviene del griego skhizein
= rajar, separar y phren = mente.
Lo cual podemos traducir como “mente dividida”. Esta división se origina cuando
no aceptamos nuestros propios sentimientos, lo cual produce un conflicto entre
lo que sentimos y lo que se supone que deberíamos sentir.
Integrar la mente
El fin del
conflicto se da cuando aprendemos a aceptar y acoger nuestros propios
sentimientos de manera consciente lo cual conduce a la integración de nuestra
psique. Ya que “si un reino está dividido
contra sí mismo, ese reino no puede perdurar”[2] la
integración del reino de la mente es la clave para el Bienestar.
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