martes, 24 de diciembre de 2013

Dios esta Aquí y Ahora

La siguiente historia nos trae una profunda enseñanza y ha sido extraída del libro: “El centro se distingue por su levedad”, del terapeuta alternativo Bert Hellinger.



En tierras de Aram (donde hoy en día se encuentra Siria) tiempos atrás vivía un general; en un principio era conocido por su fuerza y su valentía; después, empero, atormentado por una grave enfermedad, no pudo tener contacto con nadie, ni siquiera con su mujer: tenía lepra.

Un día, una esclava le contó que en su país había un hombre que sabía curar su enfermedad. Así, pues, reunió un gran séquito, cogió diez talentos de plata, seis mil monedas de oro, diez vestidos de fiesta, además de una carta de recomendación de su rey, y se puso en camino.

Al cabo de una larga marcha y de algún extravío, llegó a la casa del curandero, y a voces pidió entrada. Allí estaba, pues, con todo su séquito y todo su tesoro, la carta de recomendación de su rey en la mano, esperando. Pero nadie le hacía caso. Ya empezó a ponerse impaciente y nervioso, cuando se abrió la puerta y salió un criado, dirigiéndose a él diciendo:

—Mi amo te hace saber: «Lávate en el Jordán, entonces te curarás».
El general pensaba que se estaba burlando de él, gastándole una broma.
— ¿Qué? —dijo—. ¿Este quiere ser un curandero? ¡Al menos hubiera tenido que salir personalmente, implorar a su Dios, iniciar un largo ritual y tocar con su mano cada llaga de mi piel! ¡Eso quizás me hubiera ayudado! ¿Y ahora quiere que simplemente me bañe en ese Jordán?

Y se giró, furioso, para emprender el camino de vuelta. En el fondo, éste es el final de la historia. Pero dado que se trata de un cuento, acaba bien. Cuando el general ya llevaba unos días en el camino de vuelta, una tarde se acercaron sus criados tratando de persuadirlo con buenas palabras.

—Querido padre —dijeron—, si ese curandero  te hubiera exigido algo extraordinario, por ejemplo que cogieras un barco, te fueras a países lejanos, te sometieras a dioses desconocidos, durante años escudriñaras tu propio pensamiento, y tu fortuna se hubiera gastado, seguramente lo habrías hecho. Pero tan sólo te pidió algo muy sencillo. Y se dejó convencer.

De mal humor y mala gana fue al Jordán, con repugnancia se lavó en sus aguas, y se hizo el milagro. Al volver a casa, su mujer quería saber cómo le había ido.
—Ya ves —dijo—, vuelvo a estar bien. Pero por lo demás no hubo nada.


Reflexión

En la Nueva Era y en muchas religiones en general las personas se entregan a complejos rituales o a la repetición tediosa de oraciones o “decretos” con el fin de obtener milagros en sus vidas. Ellos creen que es necesario un gran esfuerzo para salvar el abismo imaginario que los distancia de Dios. Pero no existe tal abismo, Dios existe aquí y ahora dentro y fuera de ti, está en la luz que te baña, en el agua que lava tu cuerpo, en la comida que ingieres y en el aire que respiras. Por ello, al estar Consciente de los actos más sencillos como ducharse, comer o respirar estamos Conscientes de Dios. Entonces no existe distancia, el abismo desaparece y los milagros se manifiestan instantáneamente.

Pero, como el general del cuento, a muchas personas les cuesta creen que puedan tener una relación directa con los Divino por medio de los actos más sencillos. Santa Teresa de Ávila decía que encontraba a Dios entre las ollas de la cocina, ¿No es acaso magnifico saber esto? ¿O prefieres a un dios mezquino que exige sacrificios y rituales para amarte? Ese dios mezquino ha sido creado por los líderes religiosos, ya que por medio de él pueden controlar a las personas.

Al tomar Consciencia de la respiración –del aire que entra y sale- sin querer alterarla o cambiarle nada a ese acto tan natural, estás siendo Consciente de Dios. ¡Pruébalo! Pero, para que funcione debes estar totalmente libre tanto de prejuicios como de expectativas --y esta es la mayor dificultada para muchas personas.

Los primeros cristianos tenían la palabra griega “pneuma” para referirse al aire. Pero esa misma palabra se usaba metafóricamente para referiste al Espíritu que anima todas las cosas. En hebreo se usaba la palabra ruah para referirse al viento, a la respiración, al aire, al aliento; y puesto que todo esto es signo de vida, también se usaba para designar al Espíritu Santo. Así que cuando tomamos Conciencia de la respiración estamos haciéndonos Conscientes de Dios, de la vida, del Tao o como lo queramos llamar.

La Consciencia de la respiración –o Anapana Sati como lo llamaban los budistas- no es ninguna fórmula mágica. Simplemente funciona por el hecho de que te permite estar consciente del Aquí y el Ahora, y cuando estás en el presente el ego no puede funcionar ya que este solamente existe en el pasado o en el futuro.


Pero claro, es demasiado fácil, demasiado sencillo. Entonces la mente te dirá que debes buscar rituales más llamativos, encender velas, repetir mantras u oraciones 144 veces etcétera. Al general del cuento le pareció demasiado estúpido bañarse en un río para sanarse, pero en la sencillez estaba la clave. Dios es sencillo como una flor, pero la mente lo quiere hacer complejo con el único objetivo de que no lo encuentres en la cotidianidad, porque entonces ella ya no podrá entretenerte con sus teorías y entonces empezarás a vivir la vida plenamente. 

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