viernes, 12 de junio de 2015

Experimentando la Consciencia

Un ejercicio para darte cuenta de tu verdadera naturaleza

Por Walter Velásquez



Creer Vs. Observar
Para la mente, acostumbrada a los conceptos, es más fácil creer en lo que diga un gurú, un maestro o un profeta. Creer es fácil, porque no requiere de mucho esfuerzo ni necesita de discernimiento.

Por otro lado, la autoobservación requiere que nos convirtamos en investigadores de nuestro propio Universo. Pero esto no resulta cómodo para muchos porque requiere esfuerzo y constancia. Es más fácil repetir rituales prefabricados o entonar un mantra durante horas.

Observarnos a nosotros mismos no resulta tan fácil como suena, ya que solemos estar identificados con nuestros pensamientos y emociones. Creer que somos la mente es la mayor trampa de la mente misma. Observar la mente, significa tomar consciencia de los pensamientos sin emitir juicios o evaluaciones al contenido de estos.

La mente no puede observarse a sí misma. Puede que lo intente, pero la descubriéremos en su trampa porque esta siempre juzga cada pensamiento o emoción como “bueno” o “malo”. En cambio, la observación sin juicio procede de “algo” que está más allá de la mente. Ese “algo” ha sido llamado de muchas maneras a lo largo de la historia: “Atman”, “Presencia”, “Ser” y “Consciencia” son algunos de estos nombres. Lo importante es entender que ese “algo” que observa a la mente y al ego sin juzgar, no es “alguien”, es decir, no es el yo. Este observador carece de centro psicológico, es Consciencia Pura.

Cuando observamos la respiración o nos damos cuenta de que estamos caminando, es la Consciencia Pura entrando en acción. Practiquemos esto cada vez que lo recordemos, convirtámoslo en una práctica cotidiana, para experimentar sus efectos en nuestra manera de percibir el mundo.

La sutil corriente de energía
Si observamos al ego, podremos entender que este no tiene realidad como un “yo” separado. Lo que llamamos ego (o personalidad), es la suma de pensamientos, emociones y reacciones que ocurren a diario en nuestro organismo mente-cuerpo. Pero todos esos pensamientos, emociones y reacciones no surgen de un “yo” que decide conscientemente expresarlos. No, simplemente son reflejos condicionados, respuestas automáticas que se generan a partir de la programación que hemos recibido en nuestros genes y en nuestras experiencias a lo largo de la vida. Si alguien le teme a los ratones o ama las flores, cuando grita o se estremece al percibir cualquiera de estos estímulos, no lo hace porque así lo decida; simplemente es un reflejo automático que surge de la mente y su condicionamiento previo.

Para que estos reflejos condicionados dejen de controlarnos es necesario observarlos diariamente. Pero, mientras estemos identificados con la mente esto va a ser muy difícil. Por ello quiero invitarte a llevar a cabo un experimento que podría llevar tu nivel de identificación a un grado superior.

Hazlo en este momento: enfócate en la respiración al tiempo que sientes el cuerpo desde adentro… Hazlo por un minuto… ahora siente la sutil corriente de energía que recorre el cuerpo[1]. Si puedes sentir esta sutil corriente de energía, enfócate en ella y déjate llevar. Esta es una puerta de entrada a la Consciencia Pura. Hazlo mientras estas en reposo y cuando te acuestes a dormir. Esto afectará seriamente tu sentido de identidad porque en algún momento sabrás que eres la Consciencia y que no estás limitado(a) únicamente a tu cuerpo.

Esa corriente de energía que se siente al hacer este experimento es la Vida misma que anima tus células, es el sustrato del Universo, el cual no es afectado no nada de lo que ocurre en tu vida. En vez de identificarte con la mente que es cambiante e inestable, puedes identificarte con esta corriente de energía en cualquier momento del día. Ella siempre está allí, nunca cambia y no puede ser afectada por palabras o situaciones. Y como podrás descubrir, es una sensación de dicha constante.

La clave está en nunca forzar la experiencia ni utilizar la imaginación para experimentar la corriente de energía. Simplemente enfócate en la respiración, al tiempo que sientes el cuerpo desde adentro, y lo demás se dará por añadidura. La corriente de energía siempre está allí, no la estás creando, simplemente estás tomando consciencia de la Consciencia. Mientras más veces en el día hagas esto, mayor será la identificación con la Fuente. Estando en ese estado puedes observar los pensamientos y darte cuenta de su naturaleza ilusoria. Esto no se trata de creer, si no de experimentar. Allí radica la gran diferencia.



[1] Si a pesar de hacer el ejercicio, no sientes la corriente de energía, no te preocupes ni trates de forzarlo. Sigue practicando la respiración consciente sin esperar nada y deja que esta experiencia devenga de forma natural en el momento que debe llegar.

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