domingo, 10 de mayo de 2015

Reconociendo al falso gurú

Por Stanley Sobottka
Emeritus Professor of Physics
University of Virginia





En las pp. 477-478 de I Am That (1984), Nisargadatta dice,

"El maestro verdadero no aprisionará a su discípulo en un reglamento de ideas, sentimientos y acciones prescritas; por el contrario, le mostrará pacientemente la necesidad de estar libre de todas las ideas y patrones de comportamiento, de ser vigilante y serio y de ir con la vida dondequiera que le lleve, no para gozar o sufrir, sino para comprender y aprender. Bajo el maestro adecuado el discípulo aprende a aprender, no a recordar y a obedecer. Satsang, la compañía del noble, no moldea, libera. Guárdese de todo lo que le hace dependiente. La mayor parte de los supuestos “abandonos al Gurú” acaban en chasco, si no en tragedia. Afortunadamente, un buscador serio se desenganchará a tiempo, tanto más sabio por la experiencia.”

Debemos tener en cuenta que nuestra verdadera naturaleza se caracteriza por la ausencia del sentido de autoría personal de las acciones. Esto no se puede realizar si nos involucramos en prácticas que requieren que hagamos algo sin buscar al hacedor que lo está haciendo. Por lo tanto, cualquier otro “hacer” o “no hacer” o “se debería” o “no se debería hacer”, que nos proporcione un maestro espiritual debe ser un aviso de que ese maestro particular puede no ser un Auto-realizado, y no puede ayudarnos a terminar con nuestro sufrimiento. Hay muchos más maestros en esta categoría que quienes han realizado genuinamente su verdadera naturaleza, y que nunca tratan de imponer un régimen que aumente nuestro sentido de esclavitud. El mundo del materialismo espiritual es un gran mercado de embaucadores, magos, payasos, showmans, comediantes, buhoneros, y buscadores de dinero fácil, la mayoría de ellos viven engañados pensando que son libres, y se disfrazan con sus propias versiones fantasiosas de indumentaria y personajes divinos.

Especialmente destructivos entre los auto-engañados maestros espirituales son aquellos que enseñan que sólo ellos y su poder personal puede traer la libertad, o que ellos son los más apropiados para la tarea. Lo que consiguen no es sino aumentar nuestra sensación de esclavitud. Ningún genuino maestro sugerirá que necesitamos algo o a alguien, puesto que ya somos libres y completos. La función de un maestro es la de transmitir esto al estudiante, y ayudarle a ver eso. Un maestro es en el mejor de los casos un recurso inestimable para el estudiante, y en el peor, un "falso profeta", el engañado que pretende enseñar a los engañados, el ciego, que trata de conducir a los ciegos.


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