martes, 4 de marzo de 2014

Ver sin juicio


Los seres humanos tendemos a aceptar algunos aspectos de nuestra vida y a rechazar otros. Por ejemplo, aceptamos fácilmente la bonanza financiera o la fama, pero rechazamos la enfermedad o la depresión. En la medida en que pasamos por la vida aceptando algunas cosas y dejando de lado otras no somos completos, sencillamente estamos fragmentados y no reconocemos a la vida como un todo holístico integral.

La aceptación de la realidad presente es fundamental para ser íntegros. Esto incluye estar dispuestos a ver y reconocer lo que está pasando dentro de nosotros (pensamientos, emociones) y fuera de nosotros (lluvia, calor) y estar en paz con ello.

¿Significa eso que debo convertirme en una persona conformista? Claro que no. Creo que lo verdaderamente mágico de esto es que en la medida en que somos capaces de ver lo que ocurre en nuestro interior (pensamientos destructivos, emociones desplacientes) eso se transforma. En el acto de ver hay un poder transmutador increíble. Creo que por ello Carl Jung decía: “Lo que miras desaparece, lo que resistes persiste”. Por otro lado, cuando observamos de forma ecuánime lo que está sucediendo “afuera” podemos actuar con mayor claridad para hacer algo al respecto, o quedarnos quietos si es el caso. Pero aquí la acción o la quietud no estarán manchadas por el ego.

Desafortunadamente las personas religiosas o espirituales viven en conflicto con la vida. Sus mentes piensan en función del bien y el mal. Este pensamiento en blanco y negro hace que rechacen una parte importante de su experiencia por considerarla como parte del “pecado”. Pero cuando rechazamos un pensamiento o una emoción estos no desaparecen, solamente se sumergen en el inconsciente esperando el momento oportuno para emerger de nuevo. Solamente cuando observamos los contenidos de la mente como un Testigo imparcial, sin intentar cambiarlos o modificarlos, entonces podemos liberarnos de la programación mental al mismo tiempo que la transformamos. En el ver sin juzgar existe quizá, uno de los más grandes poderes transformadores que la humanidad jamás ha conocido. 

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