martes, 17 de junio de 2014

La hipocresía de las organizaciones espirituales

Después de haber renunciado a la Sociedad Teosófica, Krishnamurti fue invitado por ellos a una serie de charlas. En este extracto, tomado de “Obras completas - tomo I”, Krishnamurti contesta por qué creía que los teósofos eran hipócritas. Esta respuesta se adapta a muchos grupos religiosos de la Nueva Era que existen hoy en día que dicen trabajar por “amor a la humanidad”, pero que en el fondo sólo buscan la autoglorificación de su ego.



Pregunta: Usted condena con toda justicia una actitud hipócrita de la mente, así como los sentimientos y las acciones que se derivan de ella. Pero, ya que dice que no nos juzga, sino que, por alguna razón, parece considerar como hipócrita la actitud de algunos de nosotros, ¿podrá decirnos qué es lo que le da tal impresión?

KRISHNAMURTI: Muy simple. Ustedes hablan de hermandad y, no obstante, son nacionalistas. Yo llamo hipocresía a eso, porque el nacionalismo y la hermandad no pueden existir juntos. Además, hablan acerca de la unidad del hombre, hablan de ella teóricamente; sin embargo, tienen sus religiones particulares, sus prejuicios particulares, sus diferencias de clase. A eso lo llamo hipocresía. Por otra parte, recurren a la autoglorificación, una autoglorificación sutil en lugar de la que consideran autoglorificación grosera, propia de los hombres de mundo que buscan distinciones, concesiones y honores del gobierno. Ustedes también son hombres de mundo y su glorificación es exactamente la misma, sólo que un poco más sutil. Ustedes, con sus distinciones, sus reuniones secretas, su exclusividad, también están tratando de llegar a ser nobles, de obtener honores y grados, pero en un mundo diferente. A eso lo llamo hipocresía. Es hipocresía porque pretenden ser abiertos, hablan de la hermandad y unidad del hombre, mientras que, al mismo tiempo, sus actos son completamente opuestos a sus palabras.

Que esto lo hagan consciente o inconscientemente, carece de importancia. El hecho es que lo hacen. Sí lo hacen conscientemente, con interés totalmente despierto, entonces, al menos lo hacen sin hipocresía. Entonces saben lo que están haciendo. Si dicen: “Quiero glorificarme a mí mismo pero, dado que no puedo obtener distinciones y honores en este mundo, trataré de adquirirlos en otro; me convertiré en discípulo, seré llamado esto y aquello, seré honrado como un hombre de calidad, de virtud”, entonces, al menos, son perfectamente honestos. Entonces hay alguna esperanza de que descubran que este proceso no lleva a ninguna parte.

Pero ahora están tratando de hacer simultáneamente dos cosas incompatibles. Son posesivos y, al mismo tiempo, hablan de estar libres de la posesión. Hablan de tolerancia y, no obstante, se están volviendo más y más exclusivos con el fin de “ayudar al mundo”. Palabras, palabras sin profundidad alguna. Eso es lo que yo llamo hipocresía. En un momento hablan de amor por el Maestro, de reverencia a un ideal, a una creencia, a Dios; sin embargo, al momento siguiente actúan con terrible crueldad. Sus actos son actos de explotación, afán posesivo, nacionalismo, maltrato de mujeres y niños, crueldad con los animales. Son insensibles a todo esto y, no obstante, hablan de afecto. ¿No es hipocresía eso? Dicen: “No advertimos estas condiciones”. Sí, es justamente por eso que existen. Entonces, ¿por qué hablan de amor?

Así que, para mí, sus sociedades, sus reuniones en las que hablan de sus creencias, de sus ideales, son reuniones de la hipocresía. ¿No es así? No estoy hablando con dureza, todo lo contrario; ustedes saben lo que siento con respecto al estado del mundo. No obstante, ustedes que pueden ayudar, que dicen que desean ayudar, ustedes que tratan de ayudar, se están volviendo cada vez más estrechos, más fanáticos, más sectarios. Han dejado de gritar, de llorar, de sonreír. La emoción nada significa para ustedes. Sólo se interesan en la ganancia incesante, en ganar conocimiento que los sofoca, que es meramente teórico, que es ciega vacuidad. El conocimiento no tiene nada que ver con la sabiduría. La sabiduría no puede comprarse; es natural, espontánea, libre. No es una mercadería que puedan comprar, al precio de la disciplina, a un gurú, a un maestro. La sabiduría, digo, no tiene nada que ver con el conocimiento. Aun así, ustedes buscan el conocimiento, y en esa búsqueda de conocimiento, de ganancia, están perdiendo el amor, todo sentimiento por la belleza, toda sensibilidad respecto de la crueldad. Se están volviendo cada vez menos impresionables.

Eso nos trae a otra cuestión que tal vez discutiremos más adelante, la cuestión de las impresiones y las reacciones. Están poniendo el énfasis en la conciencia egocéntrica, en la limitación. Cuando dicen: “Hago esto porque me gusta, porque me da satisfacción, placer”, estoy enteramente con ustedes, porque entonces comprenderán. Pero si dicen: “Estoy buscando la verdad, trato de ayudar a la humanidad”, y al mismo tiempo incrementan su conciencia egocéntrico, su autoalabanza, entonces a esa actitud y a esa vida de ustedes la llamo hipocresía, porque están buscando poder mediante la explotación de otros.


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